EL CORRALITO ESPAÑOL (La Columna de Lanata en Libre 20-07)


Si la Historia fuera un juego de espejos, el reflejo ahora, aquí, en Madrid, sería el de Buenos Aires en el 2001. Los españoles conviven con la crisis sorprendidos y espantados, se tambalean como un boxeador en el medio del ring. Han aparecido los “trapitos” en los semáforos, y quien coma en una terraza de la Plaza Santa Ana, por ejemplo, recibirá dos o tres pedidos de limosna en menos de una hora. El perímetro de la ciudad está lleno de edificios, abandonados o a medio construir, testigos mudos de la explosión de la burbuja inmobiliaria. A los indignados se sumaron los desahuciados (las victimas del desahucio, ejecución del crédito inmobiliario), y solo en el primer semestre del año más de 2500 familias han sido desahuciadas. Hace dos días El Pais, el diario mas influyente de España, le pidió a Zapatero que renuncie y adelante las elecciones. La noticia fue conmocionante; el grupo Prisa, editor del diario, ha apoyado históricamente a los socialistas, y ahora se ha sumado al coro dirigido por Mariano Rajoy, el líder del PP, que pide a gritos que se adelante la entrega del poder. Las “notas” de las calificadoras de riesgo refuerzan aquel espejo del 2001. Aquí no lo llaman “riesgo país”, pero la extorsión es la misma: Moody`s, Standard and Poor`s, el Banco Mundial, el fondo y Bruselas. El último fantasma tiene, también, nombre argentino:
-Que no descartes que pongan un corralito – me dice Boris Izaguirre, amigo, contertulio de la Cadena Ser desde hace ya seis años.
-¿Qué?
-Un corralito, como el que tuvieron vosotros. Todo el mundo lo dice.
-¡Eso nunca va a pasar Boris! Los bancos siguen haciendo plata como nunca antes, están cambiando la deuda privada por deuda pública – trato de explicarle, en vano. El miedo es peor. Los países quiebran y los bancos sobreviven, eso es lo que está pasando (¿les suena?)
-Espera a ver que sucede el 5 de agosto- advierte Boris, y pone los ojos en blanco. Ese día el Estado debe asumir el pago de pensiones y, según Boris, sobrevendrá una especie de fin del mundo azteca: no podrán afrontarlo y todo se caerá.
A poco menos de diez cuadras se realiza una asamblea de indignados. o hay carteles que digan “Que se vayan todos”, pero ni falta que hace.

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